En Deuteronomio 11:18-21 Dios nos da una bella descripción de lo que Él desea ver en cada hogar. El desea que su palabra sea puesta en el corazón de los padres y atada como señal sobre sus manos.
Ellos han de enseñar esa palabra a sus hijos contínuamente y escribirla sobre los postes de su casa y en sus puertas. Ese deseo divino va acompañando por la promesa que sus días serán multiplicados y que serán "como los días de los cielos sobre la tierra". Tal es la bendición de un verdadero hogar cristiano, donde la palabra de Dios es amada y obedecida y donde se le da su verdadero lugar. Un hogar que vive de esta manera, buscando siempre la gloria de Dios se convierte en un reflejo del cielo en la tierra. ¿Cómo es tu hogar actualmente?
En un hogar donde la palabra de Dios es amada y obedecida, se verá escrita en los postes, las puertas, las paredes y los hijos serán instruidos, enseñados, orientados y disciplinados con base en los principios y la voluntad de Dios y por ende, la vida de ellos, será para la honra de su nombre y la bendición de sus padres. en caso contrario, cómo pretender o esperar que los hijos vivan conforme la voluntad de Dios, y para su gloria?
El hijo de un cristiano se mudó a un nuevo hogar y lo amobló muy bien. Luego invitó a su padre a que lo visitara y le mostró toda su casa. Después de haberla visto, el padre le dijo: "Hijo, ciertamente tienes un hogar muy cómodo, pero nadie que lo conozca, podría decir claramente, si en el vive un hijo de Dios o un hombre del mundo". Este comentario impresionaron tanto a este hijo, que muy pronto, colgó muchos versículos bíblicos en las paredes, dando a la palabra de Dios el lugar destacado que debe tener todo hogar cristiano.
Es triste ver hogares cristianos actualmente, muy bien dotados, con muebles modernos, lujos y libros o literatura del mundo. además de esto, el computador, televisor y celulares, son usados para fomentar y cultivar programas mundanos y en donde la palabra de Dios no se lee, oye o practica. Estos hogares no reflejan su caracter cristiano, no reflejan la luz de Cristo.
Si nuestros hogares no tienen como eje y fundamento a Cristo y su palabra, no se diferenciaran de aquellos que son inconversos.
Que el Señor Jesús y su palabra sean el centro y la prioridad de nuestros hogares, para la honra y gloria de su Nombre.
Hasta la Próxima!
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