¿Quieres
saber cuál es el precio de tu profesión
de fe en Jesucristo? Tu confesión de fe en Él, ¿qué vale? La respuesta es esta:
¡No vale absolutamente nada!
En Mateo 7:21-23 los hombres que durante su vida llamaban
“Señor” a Jesucristo, vienen a El en aquel día (El día del juicio) y le dicen:
“Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera
demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” Su defensa ante el Señor de
la Gloria son sus propias obras. ¿Crees que un verdadero cristiano, en quien
habita el Espíritu Santo y en quien la luz del Dios Santo la ha mostrado la
depravación de su propio corazón,
presentaría sus “buenas obras” como defensa, para que el Señor lo deje
entrar en el reino de los cielos? La
respuesta del Señor a aquellos hombres es “Apartaos de mi, nunca os conocí” v.
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En Mateo 7:14 Cuando el Señor habla de que
pocos encuentran la vida eterna, está hablando de aquellos que profesan Su
nombre. Entre aquellos que llaman a Jesús “Señor” pocos encontrarán la vida
eterna. Entonces, Lo que Él está diciendo es: “No todos los que enfáticamente
me declaran Señor, o dicen “Soy cristiano” entrarán en el reino de los cielos”..
“No todo el que dice esto entrará en el reino de los cielos”, lo que es
sinónimo de: “no todo el que dice esto es un cristiano verdadero”. No importa
cuán enfáticamente alguien declare ser cristiano; Esto no se constituye en una
prueba que demuestre que es un verdadero hijo de Dios. En su lugar, veamos
esto: “pero aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo
entrará”. Con esto, debemos aclarar que, el Señor Jesús no está de ninguna manera enseñando una
salvación por obras.. Él no está enseñando que los hombres entrarán en el reino
de los cielos por su habilidad para realizar la voluntad de Dios. Lo que El
está enseñando es simplemente esto: aquellos que han creído verdaderamente, lo
hacen por el poder del Espíritu Santo, por el cual han sido regenerados y
hechos nuevas criaturas. A través de esta obra milagrosa de salvación y el
continuo trabajo del Espíritu Santo en ellos, sus vidas y forma de vivir son
cambiadas. De manera que el verdadero cristiano es cristiano por creer en
Jesús; pero, esto se hace claramente visible, por medio de los cambios que se
manifiestan en su vida. Y esos cambios son marcados por que están de acuerdo, o
son conformes a la voluntad de Dios.
Cuando
alguien no entiende el mensaje del evangelio, es solo por su propia
responsabilidad. ¿Entiendes eso? Eso es muy, muy importante; y está escrito en Romanos 1:18; Aquí leemos: que los hombres
restringen la verdad la esconden, no quieren entenderla, a causa de su
enemistad con Dios y su deseo de vivir libres de Su norma.
Los
hombres, se conocen que son cristianos, por los frutos que dan. Si bien nosotros podemos tener seguridad y una
inmensa alegría desde nuestra conversión, hay una necesidad de buscar fruto
continuo en nuestra vida y en la de todo creyente, porque la evidencia de que
somos discípulos, como descubrimos en Juan 8, es que seguimos en Su palabra y
que damos fruto, de acuerdo al capítulo 15 de Juan, y fruto que permanece.
Así
que, de ninguna manera Jesús está enseñando que la salvación es el resultado de
nuestra habilidad para conformarnos a la voluntad de Dios. Lo que está
enseñando es simplemente esto: un hombre que ha sido verdaderamente convertido,
regenerado por el poder del Espíritu Santo, será una nueva criatura que vivirá
de una forma distinta y se verá la evidencia de la conversión en su vida.
Ahora, revisemos de nuevo algo muy, muy importante. La vida del creyente no está libre de obstáculos en su
crecimiento; en ella siempre habrán altibajos. Habrá lucha contra el pecado,
retrasos, muchos tiempos problemáticos pero, ¿qué garantiza la Biblia para el
verdadero creyente? “Que aquel que comenzó la buena obra la terminará.” Y que
el Padre está constantemente disciplinando a aquellos a quien ama. En todo esto
podemos ver que la salvación no es
simplemente el trabajo del Hijo o del Espíritu, sino también el trabajo del
Padre, especialmente en lo que se refiere a la santificación.
Leemos
en Juan 15:1: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.” Él, el
Padre, es quien cuida la viña. Ahora, miremos lo que Él dice: v.2 “Toda rama
que en mí no da fruto la sacará” ¿Quién la saca? El Padre la saca. Ahora,
¿exactamente dónde las tira Él? V. 6: “El que en mí no permanece, será echado
fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y
arden.” No hay en absoluto tal cosa como un cristiano continuamente carnal o un
cristiano continuamente estéril o un cristiano infructuoso. NO EXISTE.
Todos
dicen; “Conozco a Jesús” eso es maravilloso. ¿Te conoce Él a ti? Todos los
hombres quieren ir al cielo, Sólo que no quieren que Dios esté allá cuando
lleguen. Pero quiero decirte algo, tú no quieres irte a aquel desagradable
infierno antiguo, ¿no es así? Pero acaso estás intentando librarte de este lago
de fuego, con base en tu auto-preservación?
Préndele
fuego a un campo, y cada serpiente venenosa en aquel campo huirá de aquel
fuego, pero cuando huya, aún será una serpiente venenosa. La pregunta no es
¿quieres irte al cielo? O, ¿quieres escaparte del infierno? La pregunta es: ¿Ha
trabajado Dios tanto en tu corazón que tú deseas a Dios? ¿Dios ha trabajado
tanto en tu corazón a través del evangelio que te ha sido predicado que el
pecado que antes amabas, ahora lo odias? La pregunta no es: ¿Quieres irte al
cielo?, porque como te he dicho, todos se quieren ir al cielo. Al diablo le
gustaría volver al cielo, siempre que no tuviera que doblar sus rodillas ante
Dios. ¿Ves que no hay mérito en ti mismo? ¿Y que el único camino a Dios es a
través de la virtud y el mérito de Cristo y lo que Él hizo por ti en aquel
madero?
Ve
corriendo hacia Él olvidando todo, arrepintiéndote, incluso de tus buenas obras ¿a qué me refiero con
arrepentirse de las buenas obras? Sencillamente a abandonar la confianza en tus
propias buenas obras y lanzarte sobre Cristo solamente.
No todo el que confiesa
con su boca “Señor, Señor” será salvo.
https://www.youtube.com/watch?v=-ABQ6RiGv9Q