El amor que sobrepasa todo entendimiento.

“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.” Efesios 3:14-21

Hay en este pasaje cuatro peticiones que Pablo hace por los Efesios, enfoquémonos en una en particular, la tercera: Conocer el Amor de Dios. ¿Cómo medir lo inmensurable? ¿Cómo conocer aquello que sobrepasa todo entendimiento?

Pablo da tres medidas que nos permiten tener una idea de la medida del amor del Señor, dice primeramente “cuál sea la anchura”. ¿Qué tan ancho es el amor de Cristo? Es tan ancho que sus brazos extendidos en la cruz alcanzan a toda la humanidad, es tan ancho que cualquier pecador que, sin importar su condición, se acerque a Cristo y crea en Él y en su obra puede ser salvo, es tan ancho que nos abarca a todos nosotros.

Luego dice “la longitud”. Si podemos mirar esa longitud en términos de tiempo vemos que es un amor tan largo que va desde la eternidad y hasta la eternidad, antes de crear el universo Dios había pensado en nosotros, y Cristo ya había planeado venir a salvarnos, Dios nos tenía en su pensamiento desde la eternidad y desde entonces nos amó, nos ama y nos amará. Su amor se proyecta hacia la eternidad, a quienes creen en su Hijo les ha prometido vida eterna y estar con Cristo para siempre. Hay algo a lo cual la mayoría de las cosas en este mundo no pueden resistir y es al tiempo, destruye y carcome todo, pero el amor de Dios no mengua con el tiempo, desde la eternidad y hasta la eternidad nos amará igual.

La siguiente ‘medida’ es “la profundidad”, nadie descendió más profundo que Cristo, “siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” El descendió hasta lo más bajo, para rescatar a seres como nosotros, se humilló hasta lo máximo, nadie jamás podrá humillarse más, y su amor es asi de profundo, no hay nada que sea más profundo que esto. Betsy Ten Boom decía que no hay ningún hueco tan oscuro y tan profundo a donde no pueda penetrar el amor de Dios, cuánta razón tenía.

Y por último tenemos “la altura”, dice el Salmista que “como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen.” (Salmos 103:11). Ese amor es tan alto y tan sublime, que no solo descendió hasta nosotros, sino que nos llevó al trono mismo de Dios, ese amor magnífico nos lleva a la presencia del padre, a pecadores indignos como nosotros, es tan alto que la altura de los cielos sobre la tierra parece quedarse corto, es como si los años luz (medida astronómica que equivale casi a 9 billones y medio de kilómetros) se quedaran pequeñitos y fueran insuficientes para medir ese amor.

Entonces podemos ver el amor del Señor, esplendoroso y hermoso, opacando todas las superfluas y vanales cosas de este mundo temporal. Pero el Apóstol no solo menciona estas dimensiones, va más allá y añade en el versículo 20 que Dios hace todas las cosas “mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos”. Es decir que la magnitud, excelencia y hermosura que acabamos de contemplar en realidad es como un destello de su amor, porque su amor sobrepasa nuestro entendimiento. Pareciera que Dios dijera algo como esto: Les muestro estas dimensiones de mi amor para que lo contemplen y se den cuenta de que los amo muchísimo más de lo que ustedes pueden siquiera imaginar.

Un autor decía con respecto a estos versículos: Dios es muy bueno y nosotros demasiado pequeños como para poder contener todas sus bendiciones. Y no pudo expresarlo mejor, somos demasiado pequeños para entender un amor tan grande, pero mejor aún, no tenemos que entenderlo para disfrutar de él, solo tenemos que creer y disfrutar de ese perfecto amor y de todo lo que por amor Dios nos da. Al contemplar esto solo podemos sumarnos a la exclamación final de Pablo y decir: “a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.” Si, sea la gloria por siempre al Señor por ese amor tan perfecto y magnífico que no podemos dimensionar.

Amigo lector, contemple ese magnífico amor que Dios tiene por usted, en este momento dónde y cómo sea que usted esté Dios le ama con este amor. Usted solo tiene que creer en Cristo, reconocerse pecador y aceptar la obra que Él hizo a su favor, aproveche este don de amor divino y empiece a disfrutar del amor del Señor que sobrepasa todo entendimiento.